¿Por qué no votar por la DBA?.


Una de las incoherencias más grandes que tenemos en el Perú, es ser pobre o de clase media y pertenecer o "comulgar" con la DBA (Derecha Bruta y Achorada): ganar un sueldo de hambre, medio de hambre, no ganar ningún sueldo o haber tenido que dedicarse al autoempleo porque no había chamba (la rimbombante falacia de ser un país lleno de “empresarios”) y defender un modelo económico que beneficia principalmente a los grandes inversionistas y que sólo aumenta las desigualdades, es absurdo.  

Se entiende que los dueños de los bancos, mineras, pesqueras o de las empresas más grandes del país defiendan la “doctrina DBA”; se entiende que haya gente que trabaje en esas empresas y que proclame los “beneficios” de la propuesta de derecha extrema porque en buena cuenta defienden su chambita; pero, en una visión más amplia ¿cuál es la lógica de ser pobre o de clase media y ser seguidor de la DBA?, ¿por qué alguien que no es propietario-capitalista defiende un modelo que -comprobadamente- sólo beneficia a grandes grupos económicos?. ¿Será una cuestión de marketing pues no es bueno para los negocios objetar el modelo?, ¿será por miedo a ser tachado de “caviar”, ergo, por miedo al rechazo?. 

Hace poco conversaba con unos amigos que vinieron de EEUU quienes dejaban notar su asombro de la siguiente forma: “parece que aquí todo está muy bien porque se ve mucha gente en los centros comerciales y todos compran ropa cara y lentes Oakley… allá en nuestro pueblo (Ohio) no se ve mucho de eso”. Luego, hace dos semanas, investigadoras de la PUCP se preguntan -en un interesante estudio del Instituto de Estudios Peruanos de reciente publicación- por qué adolescentes pobres de zonas urbanas y urbano-marginales se preocupan más por tener "sólo zapatillas de marca" (gorras de marca, también un smartphone) antes que por educarse y prepararse para la vida productiva. 


Según Rolando Arellano “le damos más importancia a la compra de un refrigerador que a la elección de un presidente” pero ¿por qué sucede esto?. 


En el Observatorio de Cumplimiento de Planes de Gobierno se analiza la importancia que la población le da al tema de las propuestas técnicas que hacen los diversos candidatos; la conclusión es que, a mucha gente le importa muy poco que las promesas se cumplan porque la mayoría de las veces, los seguidores solamente esperan lograr un beneficio personal inmediato, específico, a medida de sus ambiciones o necesidades: en el caso de las clases media y media alta se trata de ganar licitaciones o contratos para colocar servicios u ocupar cargos importantes en algún lugar del aparato estatal; en el caso de los más pobres, se trata simplemente de cualquier cosa que les permita mejorar en algo la paupérrima situación en que viven y como consecuencia, quien gana una elección se siente poco o nada comprometido para cumplir con los planes trazados y presentados formalmente y cuando entra a gobernar sólo se dedica a devolver “favores” entre sus seguidores y a beneficiarse con el ejercicio del poder. 

No es para nadie un secreto que el peruano es gastador (no sabe ahorrar), es presumido, ostentoso y aunque viva endeudado toda su vida, hace lo imposible por tener lo que no puede pagar; un ejemplo lo tenemos en un indicador del cual no se habla mucho para no generar pánico: "Morosidad de la Cartera Hipotecaria y del Sistema Financiero 2014-2015" en este contexto, se hace notoria la correlación que existe entre necesidades y expectativa de la población y propuesta político-electoral mezclada con clientelismo y corrupción: la gente apoya al candidato sin importar si éste es coimero, corrupto, ladrón, narco, asesino, minero ilegal o proxeneta; lo verdaderamente importante es que cumpla con retribuir el voto y el apoyo recibido durante la campaña. Entonces el circuito del clientelismo se completa. 

Esa es la dinámica-oportunidad que aprovecha la DBA (que, dicho sea de paso, según Augusto Álvarez Rodrich es una “coalición en la que participan, entre otros, periodistas corruptos, empresarios mafiosos y políticos pendejos”) y es entonces cuando la doctrina del “cada quien debe valerse por sí mismo; me importan un comino los demás” toma vigente plenitud.

Pero todo esto es pésimo para nuestra evolución como país pues destruye el sentido del deber frente a la legalidad, contamina la buena fe colectiva y nos obliga a ser cómplices de un sistema que es enemigo de la dignidad de los ciudadanos. Por ello, resulta una incoherencia total el ser pobre o de clase media y defender la DBA y el modelo neoliberal, aunque hasta cierto punto la pobreza y la marginación en que vive mucha gente lo haga parecer como algo comprensible; pero lo que no se puede justificar de ninguna manera, es el aprovechamiento del hambre ajeno para lograr éxitos y beneficios políticos y económicos sean personales o de grupo: es una total inmoralidad que debemos desterrar de nuestra cultura.


¿Cuál es el origen?.


El modelo que impuso el fujimorismo con la complicidad de los medios de comunicación y de los buitres saqueadores que se beneficiaron de las privatizaciones y el malbarateo de nuestros recursos nacionales, además de fabricar cientos de miles de desempleados de un día para otro… hasta la fecha sólo crea riqueza y calidad de vida plena para unos pocos y aumenta las inequidades, mientras millones de pobres y asalariados sobreviven en base a un sueldo mínimo que nos deja más del 60% de la fuerza laboral como un bolsón de gente que está dispuesta a trabajar por nada.

Vemos pues los resultados del neoliberalismo no en el éxito de una que otra empresa que haya surgido de la necesidad, ni en el engañoso "boom" del consumo con tarjetas de crédito sino, en la corrupción y la informalidad que nos corroen, la pérdida de valores y el inexistente respeto por la Ley que se traducen en la inseguridad y criminalidad en medio de la cual vivimos día a día. De seguir así, el precio de lo que hagamos hoy, será un costo muy alto que dejaremos para ser asumido por las futuras generaciones.


¿Qué necesitamos?.


El país necesita un gobierno de centro o de derecha moderada que siente las bases para implementar cambios en el modelo económico y que sin abandonar lo que ya se ha avanzado (a costos sociales tan altos), impulse el desarrollo personal, profesional y la generación de riqueza brindando igualdad de oportunidades (sobre todo, para los más excluídos), que premie a quienes son más competitivos e innovadores, que fundamentalmente se preocupe por proveer de salud, educación de calidad y garantía de justicia para todos; que permita a los ciudadanos gozar de la libertad y de los derechos constitucionales en un ambiente de tranquilidad, orden y progreso.

Ojalá el nuestro sea pronto un país más justo; en el que todos podamos crecer en armonía; en el que cada cual reciba el éxito según el talento, capacidad y dedicación para trabajar honestamente; en el que el respeto por la ley... sea nuestra ley de cada día; en que el robar, coimear, cutrear, el ser corruptos sea algo verdaderamente pestilente y no algo socialmente aceptable; en el que podamos caminar por la calle sin sobresaltos o sin miedo a caer muertos a balazos por llevar un celular o un sol en el bolsillo; en el que seamos menos mendigos sentados en bancas de oro; en el que a decir de la OCDE haya democracia “pero con bienestar". Lo merecemos.


No a las mafias. No a la corrupción. No a la polarización. No a la inequidad. No a la DBA.   


Ilustración: “Humor a la Quino”