A raíz de lo que está ocurriendo en Indonesia, me puse a pensar en aquella "profecía" de Santa Rosa de Lima que El Comercio recoge en este artículo, según la cual un día el mar llevará los barcos anclados en el Callao hasta lugares tan tierra adentro como la Plaza Mayor lo cual ocurrirá, luego de un gran terremoto. 

Maremoto en lima - créditos: www.deviantart.com

Si la santa limeña hizo o no la predicción no será punto de atención en este espacio pero sí lo serán, los efectos destructivos que producen las olas (incluso a muchos kilómetros de playas y puertos) vistos en eventos catastróficos recientes y la posibilidad de que algo similar ocurra en nuestra ciudad.

En el 2004 un tsunami en el oceáno Índico literalmente barrió Indonesia y Sri Lanka y afectó amplias zonas costeras de India y Tailandia ocasionando más de 250 000 fallecidos y un millón de personas afectadas según el USGS, sin contar decenas de miles de desaparecidos; en 2010 la costa centro-sur de Chile fue golpeada por un tsunami, luego de un terremoto de 8 ~ 9 grados: las olas de +3 m que inundaron once localidades ingresaron por el lecho del río Maule y llegaron hasta parcelas de agricultores y zonas boscosas ubicadas en estribaciones cordilleranas a 12 kilómetros de la línea costera de Concepción, fenómeno nunca antes registrado en ese país; en 2011 olas desde 3 m hasta gigantescas marejadas de casi 38 m de altura afectaron amplias zonas portuarias y urbanas del litoral nor oriente de Japón, dejando 21 586 fallecidos confirmados y 2 605 desaparecidos según datos actualizados, penetrando hasta 40 kilómetros tierra adentro, a través de los cursos de diversos ríos; y la semana pasada (el 29 de setiembre del presente año) nuevamente Indonesia se vio afectada por un terremoto y una racha de olas de 6 m que arrasaron las ciudades de Palu, Dongala y Mamuju dejando hasta el momento 832 víctimas fatales.

Nuevo e impresionante vídeo del tsunami de Japón - CRÉDITOS: ABC.ES

EL CASO LIMEÑO

En Perú, más específicamente para Lima Metropolitana y balnearios del sur y norte de la capital, las autoridades evalúan cuáles serían las zonas más afectadas en caso de un tsunami producido como consecuencia de un terremoto de 8 grados Richter que (dado el silencio sísmico de más de 200 años) se espera ocurra en cualquier momento en algún lugar entre Barranca y Cañete; sin embargo, se realizan estimaciones que son aparentemente un poco cortas (y hasta contradictorias) considerando: 

1) La magnitud de las catástrofes ocurridas en Chile, Indonesia y Japón (sobre todo en este último país donde hemos visto a través de diversos videos cómo, a pesar de toda la potencia económica, tecnológica y cultural, se construyeron muros anti tsunami de +10 metros que fueron rebalsados como si fueran simples rompeolas), y
2) La gran intensidad del movimiento telúrico que los técnicos peruanos esperan (calculada de acuerdo a la cantidad de energía acumulada según sus propios estudios); 

y sin embargo, tenemos que para la zona del Callao se prevé una inundación de (sólo) dos kilómetros tierra adentro lo cual, es una subestimación preocupante y hasta ridícula.  
“Los pobladores pueden caminar un kilómetro en 18 minutos en promedio. En La Punta, que tiene una superficie plana, la inundación llega hasta los 2 kilómetros tierra adentro”. Fuente: Cismid, a través de RPP

A TOMAR CONCIENCIA 

El objetivo de este apunte no es crear pánico pero sí cuestionar el trabajo de las autoridades y/o de los estudiosos de estos fenómenos (aunque no de manera central), pero más allá de ello (y ya que la defensa civil debe ser una tarea de todos) creo que es un deber ciudadano que los pobladores nos interesemos en este tema y seamos conscientes que:

a) Algo similar a lo ocurrido en otros países del Cinturón de Fuego, puede ocurrir aquí en cualquier momento,

b) De ocurrir un tsunami aquí, son decenas de miles de personas (tanto dentro como fuera del casco urbano capitalino) las que están en peligro de ser literalmente tragadas por una inundación, por encontrarse ubicadas en zonas que están prácticamente a nivel del mar (Ancón, Ventanilla, Chorrillos, Villa el Salvador y otros distritos más al sur o al norte de la capital, sin omitir todo el Callao, son muy vulnerables),

c) De producirse un terremoto frente a Lima, sólo tenemos hasta un máximo de 20 minutos para evacuar las zonas cercanas al mar en previsión de que ocurra un tsunami,

d) La respuesta de las autoridades será posterior al evento y posiblemente, llegará de forma muy tardía (o tal vez nunca llegue) como sucedió en Camaná el 23 de junio del 2001, cuando ocurrió un sismo de 6,9 grados que ocasiono una ola gigante que se tragó a por lo menos 70 personas que nunca fueron alertadas sobre el peligro que se acercaba a la costa. 

Junio del 2001: camaná devastada por tsunami - fuente: revista camaná hermosa

¿HASTA DÓNDE PODRÍA LLEGAR EL AGUA?

Independientemente de la altura de las olas, está absolutamente comprobado que no es necesario que se produzca una marejada gigante tipo película de Hollywood para que ocurra una enorme inundación y se genere una gran mortandad.

La supervivencia dependerá en muchos casos de a qué distancia de la zona de impacto se encuentren las personas, a qué altura se encuentre el terreno donde están ubicadas y/o con qué rapidez puedan trasladarse hasta puntos más elevados (tal como ha quedado documentado y registrado en decenas de videos disponibles en internet).

DISTANCIA APROXIMADA DESDE LA PLAZA DE ARMAS HASTA LA LÍNEA COSTERA DEL CALLAO - FUENTE: GOOGLE MAPS

¿QUÉ DEBEMOS HACER?

Nos debe quedar muy claro que la devastación en parte será consecuencia de las marejadas pero también se deberá: a la tugurización en la que vive mucha gente de zonas urbanas y la calidad se sus viviendas; a las pequeñas estimaciones que realizan los estudiosos, quienes al parecer no toman en cuenta la enormidad de las últimas catástrofes ocurridas en Asia; a la desidia y falta de previsión de las autoridades para educar y preparar a la población; pero sobre todo, al desconocimiento y falta de interés que los propios ciudadanos tenemos sobre esta posibilidad.

Tal vez una persona que viva en San Luis, San Juan de Lurigancho, Chaclacayo, La Molina, Cieneguilla o cualquier distrito que esté alejado de la zona costera se sienta casi todo el tiempo invulnerable o muy segura frente a un posible tsunami pero, la situación puede cambiar radicalmente si el evento sísmico ocurre cuando esa misma persona está pasando un fin de semana en una casa de playa, o está de campamento en algún balneario, o simplemente cuando se encuentra tomando unas "chelitas" mientras escucha música en la Costa Verde: en esas circunstancias, cualquier individuo, cualquier familia o cualquier grupo de amigos se convierten en potenciales fallecidos o desaparecidos tragados por el mar.

Preocuparse, investigar, analizar, conocer, saber más sobre este tema no sólo puede ayudar a salvar vidas sino que además, es gratis. 

Debemos recordar que previamente a los recientes tsunamis en Camaná (que ya se comentó líneas arriba) y el de Pisco en el 2007 (que produjo olas de hasta 6 m, penetró 2 kilómetros tierra adentro y mató a tres personas en Lagunillas), otros eventos de este tipo ya han sucedido en Lima y Callao: no olvidemos que a las 10 de la noche del 22 de octubre de 1746, la tierra tembló por tres minutos y se produjo en esta ciudad (otrora capital del Virreinato del Perú) el peor maremoto del que se tienen registros formales: olas de 10 metros sumergieron el Callao quedando sólo 200 sobrevivientes de las 5 000 personas que vivían en el primer puerto, según las crónicas de José Antonio Manso de Velasco (que El Comercio señala aquí); penetrando las aguas más de tres kilómetros, según relata Francisco Quiroz Chueca en el artículo "Movimiento de Tierra y de Piso" descargable en PDF, aquí.

ILUSTRACIÓN: COLONIALISMO EN RUINAS - LIMA FRENTE AL TERREMOTO Y TSUNAMI DE 1746 por charles walker

Si un evento como el de 1746 se repite hoy, dada la sobre población actual no serán solo 5 000 las víctimas fatales y creer que las olas llegarán solo hasta 2 kilómetros de la linea costera es un grave error: los planes frente a este tipo de contingencias deben rehacerse esperando lo mejor, pero siempre pensando en lo peor.

Sólo tenemos entre 10 y 20 minutos para ponernos a salvo y para ayudar a que otros también lo hagan en orden y con calma pero lo principal, tenemos el deber de compartir toda aquella información que sea útil para la supervivencia propia y la del prójimo: compartámosla.